La felicidad “es” el camino; así que atesora cada momento que tienes y atesóralo más cuando lo compartiste con alguien especial, lo suficientemente especial para compartir tu tiempo y recuerda que el tiempo no espera por nadie… así que deja de esperar hasta que bajes cinco kilos, hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que éste para ser feliz… la felicidad es un trayecto, no un destino.Eduardo Galeano
Me encuentro en el proceso de la enfermedad COVID-19 causado por el coronavirus que nos espanta y aterroriza. Escribo día a día mis síntomas, la forma de reaccionar de mi cuerpo. No ha sido agresivo por ahora, pero muchos dicen que el coronavirus es traicionero, así que a la espera, siguiendo los consejos médicos y leyendo, leyendo.
Leyendo sobre algo que se está descubriendo como en un striptease donde se descubre una parte y siguen ocultas muchas otras y una sin otras no se comprende, desde este home office un encierro voluntario de muchos de nosotros del cual hemos salido escazas ocasiones con muchas precauciones, con todas aquellas y más de lo que señalan los cánones.
Y seguimos en reuniones, talleres, cursos, trabajo, saludos a conocidos y amigos, gracias a las benditas redes sociales y herramientas electrónicas de las cuales nos estamos poco a poco convirtiendo en expertos.
Arriba les compartí un párrafo del pensamiento de Galeano de la Felicidad, esa felicidad que es el tesoro oculto de la vida para much@s. Pero al pasar de los 60 años te das cuenta que está siempre a tu lado, aún en los momentos difíciles y que parecieran tristes o barreras para alcanzarla.
Simplemente esta pandemia nos mostró lo frágil de la vida más crudamente, ya que lo era, pero nadie lo entendíamos, como si la vida estuviera segura, aun habiendo accidentes que a los muy jóvenes cortan la vida y afectaciones a la salud y la vida por muchas otras enfermedades, está se hizo más presente, más inminente y con un umbral de riesgo muy alto.
Las mujeres somos ese ser vivo que más acepta y siente la felicidad momento a momento, desde en la sonrisa de los hijos, sus logros, sus retos, hasta en la lucha por superar las barreras del patriarcado en el trabajo, en la vida cotidiana.
En las muchas telarañas de la cabeza con las cuales crecimos y que superamos día a día, en las causas que seguimos más allá de los trabajos que muchas tienen o en esas que hemos asumido como una forma de vida, desde nuestros hogares y los espacios laborales.
Las mujeres tomamos los retos con risas, con felicidad que pareciera no tener razones, entre las críticas, las burlas o las palabras de aliento.
La felicidad es inherente a la mujer, porque solo así llevamos a los que nos rodean a vivir en nuestras causas.
Este nuevo reto en mi vida evidencia por lo que debemos luchar las mujeres dadoras de vida y felicidad, esa lucha que debemos realizar por los bienes naturales que eviten este tipo de pandemias. Cuidar la naturaleza, conservar los bosques y los hábitats de los millones de seres que comparten este planeta con el ser humano es indispensable para disminuir el riesgo de que un nuevo organismo nos haga padecer y que sea más agresivo y malévolo.
Hoy es el COVID-19, mañana si seguimos con los mismos paradigmas de consumo, destrucción y descarte vendrán otros que quizá no sean tan reducidos en su impacto en la salud y tendremos que lamentar enfrentarnos a los enemigos pequeños para liberar el impacto que el ser humano ha infringido a la Madre Tierra.
Pamela Siurob
Activista, feminista, escritora y ecologista







